Por: Emmanuel Méndez
Cuando observo la iglesia del siglo XXI puedo darme cuenta que muchas congregaciones están alejadas del ideal bíblico, algunas se han vuelto demasiado legalistas y otras en su intento de “regresar” a los principios bíblicos se han vuelto muy permisivas rayando en el liberalismo. Frank Viola, en su libro “Iglesia Reconfigurada” presenta lo que es una iglesia orgánica. Esto es importante porque algunas iglesias son dominadas por las costumbres litúrgicas o por el autoritarismo haciendo que los cultos sean muy fríos o muchas veces pierdan el propósito original.
La obra empieza de una forma magistral al poner el testimonio de personas que han experimentado lo que es una iglesia orgánica y cómo esto les ha ayudado a crecer en su comunión con el Señor, con los congregantes y con la sociedad. Como lector, al ser expuesto ante tales testimonios, mi corazón enardecía porque en la congregación en la que me reúno nunca ha pasado lo que esos párrafos expresan (como ir al aeropuerto para despedirse y orar juntos, que los jóvenes cuiden a los niños mientras los padres tienen una cena romántica, que la congregación apoye económicamente a un estudiante que no sea de teología, etc.), al observar estos relatos creo que el autor cumple el propósito del libro que es: “invitar a formar parte, o crear, una iglesia orgánica”.
Ahora que se ha expuesto la necesidad de más iglesias orgánicas en la cristiandad, es necesario demostrar la base bíblica para llegar a esta conclusión que propone el autor, y eso es lo que hará en parte de la introducción y parte del capítulo 1. Básicamente nos dirá que cada iglesia que se menciona en el Nuevo Testamento era una casa donde los creyentes se reunían y cada iglesia era independiente a la otra y con sus problemas particulares.
Este libro está dirigido al creyente que está viviendo la constitucionalización de la iglesia, pensando que así son las reuniones “bíblicas,” sin darse cuenta de que muchos elementos que tenemos son de origen ajeno a lo que fue la iglesia del primer siglo; también está dirigido a los pastores que ejercen un liderazgo fuera de los estándares bíblicos, que en muchos casos, suelen estar atados a un sistema jerárquico (tal vez de forma involuntaria) convirtiéndolos en los señores feudales en lugar de pastores de ovejas, en otras congregaciones están siguiendo los mismos organigramas que General Motors o Microsoft.
Viola desea que cada cristiano redescubra lo que significa ser iglesia desde la perspectiva de Dios, por ello propone a la iglesia orgánica como una alternativa. Enfatiza el reflejo que tiene con la Trinidad, que a pesar de que Dios son tres personas con una misma esencia, ellos saben vivir en unidad y de forma funcional, así debe ser la iglesia: Una comunidad de creyentes (diferentes entre sí) viviendo en comunidad.
El autor, después de explicarnos la necesidad e importancia de una iglesia orgánica, procede a retarnos mostrando lo jerárquico e institucionalizado de los cultos al lanzar una serie de preguntas para evidenciarlo, por ejemplo, él dice: Cuando alguien está predicando ¿tienes la libertad de interrumpirle para exponer tu punto de vista? Y ¿si otro hermano comparte su punto de vista?, si cada uno lo hiciera y se levantara otro a media charla a cantar y después a orar ¿todo esto estaría permitido en una predicación dominical? Sobre esta base, Frank nos dice que el creyente se ha convertido en un espectador, pues solo los profesionales son los capaces para dirigir la alabanza, dar la enseñanza, ministrar los emblemas y que el sacerdocio de los creyentes solo es un postulado teológico muy bonito.
A lo largo del libro se puede observar cómo las ideas están bien relacionadas, mostrando la frialdad de la iglesia en las áreas de “comunidad y encuentros”: La iglesia como organismo (desunión y exclusivismo), en la cena del Señor (muy solemne y tradicional), lugar de reunión (estar en una casa es un sacrilegio), etc. Pero a veces la idea principal se vuelve tan repetitiva que pierde la coherencia entre los capítulos del libro y la relación que deberían existir entre ellos.
Al principio del escrito podemos ver textos narrativos, pero a medida que avanza la obra nos percatamos de un variado sentido literario pues encontramos que el autor quiere interactuar con el lector por medio de preguntas, las cuales, al final de cada capítulo nos ayudan a reforzar la información aprendida, reflexionar en lo que se ha dicho y también para meditar acerca del conocimiento expuesto.
Casi en cada capítulo vemos el mismo patrón: Una pregunta, por ejemplo: ¿Por qué la enseñanza debe ser orgánica? Luego, por medio de argumentos, explica el ideal bíblico y lo que está pasando comúnmente en las congregaciones (cabe aclarar que algunos ejemplos son muy asertivos como el de rendición de cuentas, aunque también reconozco que no estoy de acuerdo con lo que él presenta como un absoluto en este tema, puesto que dice que todos rinden cuentas al líder y que este no rinde cuentas a nadie y por eso la rendición de cuentas no es bíblica; pero él se olvida de que Pablo, en filipenses y en otras cartas, da explicaciones sobre estos temas).
El libro literalmente lo podemos dividir en cuatro partes: Introducción, Primera parte del tema (comunidad y encuentros), segunda parte del tema (Liderazgo y rendición de cuentas) y como conclusión o recapitulación del tema del libro presenta una sección llamada: Objeciones y respuesta respecto al liderazgo.
Es interesante observar la relación que el autor hace entre el sistema de cultos del primer siglo y el actual pues las referencias históricas son muy puntuales, además, su estructura es sencilla, lo cual lo hace fácil de leer. En algunas partes agrega citas que pueden ser largas, pero son exactas y amplían más el punto a tratar.
Es interesante la división general del libro. La primera parte está dedicada a presentarnos los beneficios de una iglesia orgánica, contesta la siguiente pregunta: ¿Por qué debo asistir a una iglesia orgánica?, mientras que la segunda parte se esfuerza en resolver ¿Cómo puedo hacer que mi congregación sea una iglesia orgánica? Y ¿Qué debo hacer para crear una iglesia orgánica? Finalmente, en las objeciones, se presentan las posibles preguntas que el lector haría aludiendo que sus razonamientos son sacados del contexto bíblico; y las respuestas sirven para repasar los capítulos anteriores y en algunos casos hay añadiduras del autor.
También es digno resaltar la sinceridad del autor al decirnos que las iglesias orgánicas también tienen un poco de institucionalismo, además, el autor es sincero al expresar sus sentimientos al decir que desde 1988 está haciendo un quehacer teológico acerca de este tema; su pensamiento ha ido evolucionando y cada vez se ha vuelto más concreto en el mismo gracias a la experiencia, comenta que aún le falta mucho, pero sabe a dónde va y lo que es un ideal de la iglesia orgánica basándose en las Escrituras y en la historia del cristianismo.
Frank reconoce que la iglesia está pasando por tiempos serios y necesita ser reconfigurada para aprender los principios que la regían en el primer siglo, porque es verdad que el evangelio cambia culturas, pero no por medio de programas u organigramas complejos sino por la sencillez de sus cultos, de su mensaje y su unidad.